"Leer es fundamentalmente un síntoma. De una imaginación saludable, de nuestro interés en este y otros mundos, de nuestra capacidad para estar callados e inmóviles, también para soñar despiertos". Esta breve enumeración de Mark Haddon, autor de El curioso incidente del perro a medianoche, podría ser más larga, llenar las 202 líneas de este artículo. Porque, cuando se habla de lectura, todos los argumentos son a favor: leer diariamente por placer está asociado a un mejor rendimiento en el informe PISA —programa de la OCDE que evalúa las competencias en lectura, matemáticas y ciencia de alumnos a punto de terminar la etapa de enseñanza obligatoria—; en promedio, los lectores habituales tienen una puntuación superior a un año y medio de escolarización a los que no lo hacen, según un estudio publicado en 2011. ¿Por dónde se empieza a construir una biblioteca estimulante que nos ayude a crear lectores? "Lo primero que hay que hacer es hablar con tus padres, abuelos, tíos y que te recuerden las canciones infantiles que te cantaban y escribírselas a tus hijos. Hay que conectar con tu origen", aconsejaGustavo Puerta. Este especialista en literatura infantil destaca la importancia del componente afectivo de las primeras lecturas entre padres e hijos. "Es muy importante la lectura en voz alta, que lean juntos libros que tengan una cualidad fundamental: deben estimular tanto al padre como al niño". En este momento, advierte Puerta, es cuando suele cometerse el primer error: "Hay que alimentar la elección, que el niño elija sus propios libros, que tenga la posibilidad de equivocarse" |